sábado, 3 de abril de 2021

La ballena y el marinero. Cuento de Purificación Menaya

Hace mucho tiempo, una ballena se enamoró de un marinero. Lo vio un día asomado en la proa del barco, mirando por el catalejo. Le gustó su barba blanca, rizada como la espuma de mar; sus ojos verdes como las algas del fondo marino; su casaca y su gorra azules, como el mar por la noche, con los botones dorados como el sol.

Desde entonces la ballena sigue a ese barco allá donde va, sumergida bajo su sombra, siente que el marinero dirige su barco con valor. Sale a la superficie y lo mira bajo la luz del sol. Lanza su surtidor de agua al cielo solo para que él lo disfrute. Y coletea vigorosamente su aleta trasera para levantar olas que le salpiquen el rostro. Es su manera de darle besos, cariñosos besitos.

El marinero no sabe que ella está enamorada, pero a él también le gusta esa ballena. Cuando no la ve, la busca con su catalejo, tiene tantas ganas de que aparezca la ballena como ella de verlo a él. Cuando está cerca le hace fotos y luego se las enseña a los marineros con orgullo:

—¡Mirad que ballena más preciosa!

Y al oír esas palabras, la ballena se hincha, se hincha, y baila, dando saltos alegres y grandiosos.

Al marinero le gustaría bailar con ella también.

Una noche de luna llena, la ballena le dice:

—Marinero, ¿te gustaría que escapáramos juntos, los dos muy lejos?

El marinero la escucha, pero no puede creer que ella le hable, mira a un lado y a otro, preguntándose quién ha hablado si él está allí solo.

—Soy yo marinero, ¿quieres venir conmigo?

El marinero la mira y luego se vuelve a mirar a los otros marineros. Sabe que no puede abandonarlos, pero la ballena es hermosa y le está llamando y sabe que solo en una noche de luna llena como esta puede ocurrir la magia.

—Sí, quiero ir contigo.

Y salta a sus brazos y la ballena lo recoge en sus aletas y lo lanza sobre su lomo.

Ahora el capitán tiene por barco una ballena y por destino el mar infinito. Y la ballena tiene un capitán que la quiere y la seguirá hasta el fin de los mares, esos que cuando terminan, vuelven a empezar.

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